Posición de adelanto

Historias más bien historietas, comentarios de actualidad y del día a día de un simple ciudadano. No pretendo más que eso. Ah y algunas fotitos que puedan ser interesantes de San Antonio, Quinta Región, Chile.

Nombre: RUFIAN06
Ubicación: SAN ANTONIO, QUINTA, Chile

14 marzo 2006

Recuerdos de la pantalla



Ha pasado el tiempo, pero aún recuerdo como si fuera hoy esas películas de Bud Spencer y Terence Hill. Cómo no recordar los enfrentamientos ante los peores villanos del macizo actor y su escurridizo compañero.
Creo que debieran volver a ponerlas en escena, tal como lo ha hecho Chilevisión con Cantinflas, del cual me declaro un seguidor.
Recuerdo que me sorprendió saber que en realidad no eran estadounidenses de origen, sino italianos. Claro que después adoptaron la nacionalidad.
¿Quiénes son estos personajes?
Este es un trabajo aparecido en la red:
Hablar de Bud Spencer y Terence Hill suele ser un ejercicio que se queda en la superficie de su talento y su aportación al mundo del cine. Renovadores absolutos de la comedia en un momento, los años 70, en que el género parecía anquilosado, Bud Spencer y Terence Hill se inscriben en la lista de nombres que, junto con Blake Edwards y Jerry Lewis, consiguieron, durante esos años, darle nuevos aires.
Bud Spencer es el pseudónimo de Carlo Pedersoli. Nació en Nápoles en 1929 y, como todo gran actor que se precie, aterrizó en el cine sin querer. Porque Carlo tiene estudios de Químicas en la Universidad de Roma y es licenciado en Derecho, amén de realizar viajes a Estados Unidos y Sudamérica en los que amplía sus inquietudes culturales. Además, fue en su juventud un gran nadador (foto). Consiguió ser durante diez años campeón de Italia en los 100 metros libres y representó a su país en los Juegos Olímpicos de Helsinki (1952) y Melbourne (1956) en natación y waterpolo. Vamos, un auténtico hombre del Renacimiento. Una personalidad de este talento (se nos olvidaba decir que habla seis idiomas) no podía pasar desapercibida en el mundo del cine. Carlo tuvo que cambiar su nombre y se puso Bud (que en inglés significa "capullo de flor", una palabra que definía su aspecto físico) Spencer (por Spencer Tracy). No se rían, no, que Bud Spencer es mucho más inteligente de lo que pudiera parecer, y con ese alias, consiguió su sueño de rendir homenaje haciendo aún más internacional a su admirado Spencer Tracy.
Terence Hill (Mario Girotti) tiene, por su parte, una biografía más ajetreada y un tanto marcada por la tragedia, lo que se trasladaría a la pantalla. Terence nació en Venecia en 1939. Con un desarrollo intelectual inferior al de Bud (sólo estudió Literatura Clásica Latina en la Universidad de Roma durante tres años), pero con una conciencia mayor del sentido último de la existencia (uno de sus hijos murió en accidente de coche), tras algunas apariciones en películas como "El gatopardo" de Visconti, decidió hacer cine de verdad y aterrizó también en "Tú perdonas… yo no", plantando la semilla, junto con Bud Spencer, de lo que sería una de las páginas más gloriosas del Séptimo Arte.
Mucho se ha hablado de los puñetazos de Bud Spencer y Terence Hill. Si bien ambos tienen estilos definidos y diferenciados (el primero más visceral e inmune a los golpes recibidos, el segundo más vulnerable pero también más inteligente), pocas veces se ha reparado en esta circunstancia, de la misma manera que, incomprensiblemente, poquísimo se ha hablado de sus influencias. El golpe constituye, desde los orígenes del cine cómico, un elemento primordial de transgresión. Desde las películas de Chaplin, Keaton y Laurel y Hardy hasta las de Bud Spencer y Terence Hill se desarrolla toda una línea de cómicos en todas las manifestaciones de la cultura popular del siglo XX que utilizan el golpe como expresión de descontento del orden social impuesto. Terence Hill y Bud Spencer (al igual que Asterix y Obelix) no dan mamporros de forma gratuita. No. Siempre golpean a malvados sin escrúpulos, gángsters corruptos o, simplemente, desaprensivos que intentan abusar de los más desfavorecidos y de los débiles. La orgía de tortazos en que suelen acabar las películas de Terence Hill y Bud Spencer simbolizan la catarsis en la que se refleja todo espectador sensible a la realidad social que nos circunda. Muchas veces se ha frivolizado con estas películas considerando que eran un burdo entretenimiento carente de fondo. En absoluto. Los films de Terence Hill y Bud Spencer son auténticas bombas de relojería cargadas de mensajes subversivos y revolucionarios.
A "Le llamaban Trinidad" le siguieron una serie de películas en que el humor de ambos se iba haciendo más complejo y, también, ciertamente más melancólico y desesperado.
- En los 80, Terence Hill y Bud Spencer ahondan en sus temas favoritos: el valor de la amistad por encima de todo ("Quien tiene un amigo, tiene un tesoro"), las reivindicaciones ecologistas ("Estoy con los hipopótamos") o la denuncia social ("Dos superpolicías en Miami").
Con la llegada de los 90, el peso de la edad no perdona, y Bud Spencer y Terence Hill se ven obligados a abandonar, a pesar de alguna última incursión de poco éxito comercial. Empujados por las nuevas hordas de comedias tontas de adolescentes ambientadas en universidades americanas, el nuevo público prefiere las frivolidades de Hollywood frente al inteligente humor del cine europeo (que no renuncia a sus influencias americanas en un saludable ejercicio de mestizaje cultural) que proponen Terence Hill y Bud Spencer. Los últimos años 80 y los primeros 90, con la ola de neoconservadurismo que se vive en los Estados Unidos (los Rambos dan fe de ello) hacen que el humor corrosivo, cínico y destructivo de Terence Hill y Bud Spencer deje de tener una buena acogida.
Con todo, pensamos que aún no se les ha brindado a Bud Spencer y Terence Hill un reconocimiento como merecen. La historia de siempre vuelve a repetirse y parece ser que de nuevo tendremos que esperar a que sean ancianos para que algún festival europeo como Cannes o Venecia ofrezca una retrospectiva de su obra. El homenaje final aún no ha llegado, y confiamos en la sensibilidad de alguna filmoteca para evitar el olvido de estos grandes cómicos. Las aportaciones a la comedia moderna han sido tantas por parte de Bud Spencer y Terence Hill que sería una pena que tuviésemos que lamentarnos, todos los amantes del cine, con homenajes póstumos. Esperemos que eso no ocurra.

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