Posición de adelanto

Historias más bien historietas, comentarios de actualidad y del día a día de un simple ciudadano. No pretendo más que eso. Ah y algunas fotitos que puedan ser interesantes de San Antonio, Quinta Región, Chile.

Nombre: RUFIAN06
Ubicación: SAN ANTONIO, QUINTA, Chile

30 noviembre 2006

Sobreviviendo en el comercio de San Antonio



Reparar zapatos, hacer pantalones a la medida, preparar harina tostada y vender al por menor son sólo algunas de las tareas que el tiempo ha hecho cambiar en el comercio.
Es que tanto los gustos de la gente como las costumbres de la comunidad han cambiado con el devenir de los años. Hoy en día sale más barato comprar un vestón en una de las tiendas de cadenas nacionales que mandárselo a hacer a la medida.
Por lo mismo en Centenario y cercanías conviven una serie de ejemplos de esfuerzos de personas que han decidido continuar con la tradición, sin importar los cambios que suceden alrededor. Si bien hoy venden sólo “para darse vuelta” sus establecimientos se mantienen siempre al servicio de los sanantoninos.
Cada uno de ellos tienen sus clientes fieles, quienes se mantienen con el tiempo, pese a las modificaciones que ha sufrido el consumo.

Sabor tostado

Corría la década del 30 cuando José Miguel Vega llegó a afincarse en este puerto. Con él traía las ganas de hacer algo para mantenerse. Decidió crear una tostaduría, la que no ha dejado de funcionar desde 1944.
En un principio se ubicó en pleno Pedro Montt, vendiendo harina tostada, trigo, legumbres varias entre otras cosas. Hasta que llegó el terremoto del año 1970 y dejó todo por el suelo, pero no sus sueños.
Junto a su familia instaló un pequeño local en Lauro Barros, justo frente al mercado y que se ha mantenido hasta ahora. Quien sigue con la tradición de la sucesión es Eliana Vega, ella junto a un grupo de trabajadores perpetúa este oficio.
Pero pasan los años y el negocio se mantiene. “Sí, es que de todas formas tenemos clientes habituales que vienen y llevan su harina tostada. Antes venían ellos, pero ahora lo hacen sus hijos y nietos. Creo que los clientes quieren volver a las raíces y de este modo lo pueden lograr”.

Tijeras e hilos

Cuentan los abuelos que antes para septiembre y celebrar el “18” como Dios manda, había que estrenar percha nueva. Nadie salía a la calle si no estrenaba algo.
Así para llegar a septiembre había que prepararse con tiempo e ir al sastre para que el traje a la medida tenga un calce perfecto.
Claro que esos eran otros tiempos. Las multitiendas tienen ropa de gran variedad y para todos los gustos, económicas y de las otras, pero la oferta es tan grande que los talleres de sastrerías fueron quedando como cosa del pasado.
Hoy quienes confeccionan ropa se dedican a atender a aquellos que se salen del molde; es decir, los muy altos, muy bajos, muy largos de piernas o muy gordos. Ellos sí o sí van al sastre, para que le hagan un traje o para que le arreglen uno que se compró en una multitienda.
Lejos estaban los días en que las sastrerías eran un negocio rentable. Esos días en que Luis Cornelio Fuenzalida Martínez ingresó como junior a un taller de sastrería donde aprendió este oficio, han quedado atrás.
En su local se van acumulando los trabajos que la gente manda a hacer y luego no retira, dijo que “muchas personas traen su ropa para un arreglo, pero después no las vienen a retirar y se van acumulando (mientras muestra una infinidad de vestones) con el tiempo. No las puedo vender tampoco porque uno no sabe si esos clientes pueden aparecer algún día”.

Sobreviviendo

Tener un local de abarrotes y frutería hoy en día no es sinónimo de buen negocio. Es más, si no se está en un buen barrio las cosas pueden ser difíciles.
Pero eso no amilana a Luisa Morandé quien por más de 30 años se ha desempeñado en el emporio y frutería Suazo ubicado en Centenario a metros del puente Arévalo.
El local tiene ese aire de negocio antiguo; no por algo funciona hace más de 40 años; obvio que las costumbres de consumo han cambiado y si antes la gente compraba quintales de harina hoy lo hace por kilo o medio kilo; si antes vendían garrafas de vino ahora salen las cajas y si años atrás era costumbre vender el aceite comestible a granel sacado con una bomba desde el mismo tambor, lo que se vende hoy con suerte son los envases de medio litro.
La cantidad de negocios y la llegada de los supermercados cambiaron los estilos de vida. “Eso nos mató a todos los negocios chicos, porque nosotros sólo compramos de a poco para vender de a poco también”, señala con nostalgia.

Zapatero

La irrupción de los zapatos chinos al mercado nacional marcó el difícil momento de la fábrica nacional. Lo mismo afectó a los zapateros de una forma muy especial, pues se suponía que la gente al tener más posibilidades de comprar zapatos baratos mandaría a arreglarlos en igual proporción años más tarde.
Pero no ha sido así, ya que en muchos casos los arreglos salen más caro que el mismo zapato y en ese caso los clientes no los retiran y es así como en toda reparadora de calzado los trabajos hechos se acumulan y acumulan.
José Machuca desarrolla su oficio en la reparadora Nueva Condorito en su local de Lautaro en Barrancas. La misma que por años estuvo en El Molo y que comenzó hace cerca de 30 años con Mario Zamora quien tenía el apodo de Condorito.
Pero seguir en el negocio no es fácil, las cuentas hay que pagarlas y los trabajos a veces se hacen pocos, “por eso hay que ser ordenado y gastar lo que llega nomás, nunca pasarse de eso. Como hago toda clase de reparaciones, la gente me trae chaquetas de cuero para componer y me hadado resultado”.

Vínculo